Plof.
- Gracias - digo por centésima vez ese día. Sarah y Joe me están mirando, Sarah preocupada y Joe con una sonrisa del tamaño de los Estados Unidos continentales. Me pregunto si mira así a todo el mundo. ¡Será un tarado? Sea lo que sea, o tenga lo que tenga, la cosa es contagiosa. Sin darme cuenta siquiera me pongo a la altura de sus Estados Unidos continentales y les añado Puerto Rico y Hawai. Debo de parecer la viuda alegre. Por Dios.
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